Diario La Razón
Viernes, 24 de Febrero 2012
Por: Jaime Salinas
Los rabiosos y fanáticos defensores de Villarán se han puesto verdes porque esta semana se evidenciaron las formas poco democráticas y el pésimo manejo que ejerce sobre la comuna capitalina. Por primera vez se ha visto en las pantallas a una Susana nerviosa y amargada, suspendiendo la sesión arbitrariamente porque no le gustaba lo que escuchaba.
Sus subordinados y los sobones de siempre han dicho que se le faltó el respeto. Falso, lo que dije fue: “Sra. Villarán, un gobernante no es elegido para felicitarse por apagar un incendio, eso le corresponde a los bomberos, un gobernante electo está para prevenir incendios”. Y como eso no le gustó se paró y se fue.
Para Susana y sus sumisos regidores la democracia significa el lado ancho del embudo para ellos y el angosto para el resto. Esta no es la primera vez que reacciona así, aunque esperamos que sí la última. Pero la pregunta de fondo es ¿Qué es lo que realmente preocupaba a Villarán para ordenar que se suspenda la sesión? Evitar que los regidores de oposición, con pruebas en mano, demostrásemos la flagrante negligencia de su ahijado Gabriel Prado y se procediese a votar un pedido de censura contra él.
El martes tendremos una sesión extraordinaria para tratar el tema. Tenemos pruebas concretas que demuestran la responsabilidad de Prado en este y otros casos de negligencia temeraria. Lima estará atenta a la actuación de Villarán. ¿Hará lo correcto y ante las pruebas despedirá a su ahijado? O ¿Se burlará una vez más del pueblo y lo mantendrá en su puesto, exponiendo así miles de vidas por la ineptitud de su protegido?
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