por: Jaime Salinas
En abril de 2011 los peruanos decidiremos entre el continuar por la senda del progreso y elegir un gobierno que siga consolidando el crecimiento e inicie una redistribución más equitativa de la riqueza y de las oportunidades para todos, o elegir algún grupo que pretenda instaurar políticas trasnochadas que ya han fracasado en el pasado y que han mantenido al Perú en la pobreza y el subdesarrollo casi todo el siglo XX. Pareciera un escenario fácil de predecir y sin embargo no es así. Y no es así porque quienes hoy se ufanan de querer emular el modelo populista y totalitario de algunos países vecinos, han vuelto a resurgir, con un perfil discreto, pero preparándose para volver a salir a las calles y crear conflicto social, en intervenir en la educación de nuestros hijos, afectándola, con tal de hacer del nombramiento de profesores su negocio particular, priorizar las políticas cortoplacistas y asistencialistas sin preocuparse de verdaderamente insertar al sistema a quienes hoy tienen menos y sin enterarse que solo generando condiciones de confianza y seguridad jurídica se podrá atraer más inversión y por lo tanto generar más empleo y bienestar.
Y decimos que no es un escenario fácil de predecir porque aquellos que mantienen esas tesis trasnochadas y autoritarias tienen una ventaja frente a quienes creemos en la libertad y en la democracia para alcanzar el progreso. Ellos si se están juntando. Ellos están agrupándose, han entendido que separados su populismo no calaría en los peruanos por lo que han decidido parapetarse tras las fachadas de organizaciones que puedan calificarse como menos totalitarias, “moderadas” es el calificativo que utilizan; así por ejemplo, ahora Patria Roja y el Sutep se llaman “Movimiento Nueva Izquierda”, o como algunas facciones de Sendero Luminoso que ahora se laman “comités pro libertad de presos políticos” y reclaman derechos políticos y electorales.
Por otro lado, y para variar los grupos de centro han decidido enfrentarse entre ellos, dividirse, con tal de mantener a “los de siempre” en la carrera hacia el poder y no dándole oportunidad a los jóvenes quienes cada vez se asquean más de nuestra clase política y son recogidos por los radicales, pues por lo menos allí sí les dan espacio para participar. Hoy más que nunca tiene importancia aquello “de la unión hace la fuerza”, pues de otra manera el fracaso electoral está garantizado. Tengamos claro que por un lado los radicales irán disfrazados en una propuesta única, y por el otro no hay dos fujimorismos por lo que de no madurar y mirar al futuro con visitón de estado llegaremos a una segunda vuelta electoral entre esas dos opciones que para muchos representan las dos caras de la misma moneda. Es por ello que debemos multiplicar nuestros esfuerzos para conseguir la confianza del elector y buscar puntos de consenso básicos para lograr una gran alianza política que le dé seguridad y permanencia al desarrollo sostenido de todos los peruanos. Es hora de llamar a La Gran Concertación político-social de voluntades y talentos para evitar la eterna dispersión que solo conduce a la derrota. Debemos entender que Si es posible unir a los mejores y presentar una propuesta única y potente que empoderando a los jóvenes que tienen la energía y la voluntad por acelerar el desarrollo de todos los peruanos presentarle al país programas y políticas públicas que sean inclusivas para los más necesitados pero políticas eficientes cuyas prácticas descarten la corrupción y los totalitarismos que tanto daño hicieron en el pasado a nuestro querido país.
Diario La Razón
Viernes, 22 de Octubre 2010
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