El último proceso electoral ha dejado varios mensajes y evidenciado un nuevo escenario político. Aquel peruano o peruana que aspire a dirigir los destinos del Perú deberá tener en cuenta, si desea tener alguna oportunidad de alcanzar el triunfo, que hoy tenemos una nueva demografía electoral y debe saber que poco más de la mitad del voto se “concentra” en cinco departamentos del Perú, en zonas estratégicas, saber que sólo Lima Metropolitana representa el 30.1% del electorado y que esto implicará administrar estratégicamente el trabajo mediático y de “movilización” en estos campos geográficos.
Pero el perfil del candidato y su mensaje también deberá considerar que el 44% de los electores tienen menos de 35 años, que en general hay tantos electores hombres como mujeres, pero que hay ámbitos específicos donde el voto femenino es más relevante. La empatía del candidato con la población será definitoria en la decisión popular, intentar inventar un candidato que no tenga la facilidad de conectar emocionalmente con el pueblo será una pérdida de tiempo y de recursos, bien lo decía el gran maestro y querido ex presidente Fernando Belaunde, para ganar una elección el pueblo te tiene que agarrar y llevarte con él y no al revés, ya que como todos sabemos nuestro país vota en función de sentimientos y emociones más que de razones por lo que aquel o aquella que combine ambos factores, uno inherente al candidato y el otro al profesionalismo con el que conduzca su campaña, tendrá las mayores posibilidades de éxito. El candidato o candidata deberá entender que la actitud del elector hacia las actuales candidaturas son su “segunda mejor opción”, pues la determinación del voto promedio aún está por debajo del 20%, es decir que el descontento con todo lo que hay en vitrina sigue siendo alto, que el desencanto con lo “político” es una realidad medible y que en esta oportunidad será importante el equipo que lo (la) acompañe en su lista congresal marcará la gran diferencia.
El propósito de este artículo es sugerir al postulante al sillón presidencial que internalice que una campaña no debe dejarla al vaivén de sus corazonadas o a los caprichos de los “autodenominados gurús electorales”, una campaña electoral es un proceso técnico, profesional, medible, cuantificable y donde cada estrategia y táctica debe considerar todas las variables relevantes propias y de los adversarios, sin esto no habrá triunfo posible, ni se elevará el nivel de la contienda. En un próximo artículo escribiré del porqué el elector prefiere ahora al independiente sobre el “tradicional”, lo cual hace que valoren más “lo distinto” por sobre incluso las reales calificaciones que puede tener el percibido como “rostro nuevo”, pues los resultados de “los de siempre”, “de los que han tenido gestión” no han logrado solucionar los problemas de los más necesitados y estos no tienen porqué creerles que nuevamente en el poder los “otorongos” de ayer se convertirán en las “águilas” con visión de futuro del mañana.
(*) Jaime Salinas es regidor electo de Lima Metropolitana
Diario La Razón
Viernes, 29 de Octubre 2010
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