Diario La Razón
Viernes, 16 de septiembre 2011
Por: Jaime Salinas
Volvieron los bloqueos de carreteras como instrumento de chantaje para presionar al Estado, sin importar que no puedan pasar alimentos, que la economía local se afecte o que madres con sus hijos queden varados en sus caseríos. En la mente de los “aprovechadores del campesinado” han quedado las enseñanzas del caso Aduviri, quien incluso modificó su orden de detención en el tiempo récord de 24 horas bajo la amenaza de ocasionar destrozos.
Esta semana comenzaron los cocaleros de Aguaytía bloquearon algunos tramos de la carretera Federico Basadre exigiendo parar con la erradicación de los cultivos ilícitos, incluso en momentos que el presidente de Devida se presentaba ante la Comisión de Defensa del Congreso.
O los cocaleros se “le voltearon” a Soberón o el Gobierno le dio la espalda pues se declaró en emergencia, por 60 días, algunos distritos y provincias de Huánuco, San Martín y Ucayali por lo que el Gobierno (en buena hora) tendrá que seguir y mejorar la erradicación de cultivos ilícitos, aunque ésta debió ser una decisión del propio Estado peruano y no tener que esperar a que diplomáticos norteamericanos aterricen en Lima acompañados de nuestro embajador en Washington solicitando explicaciones a la anunciada paralización de la erradicación, papelón del señor Humala.
En este tema el caso de la región San Martín es de imitar, pues se ha logrado llegar al campesino sin utilizar medidas violentas para hacerles comprender los beneficios reales de tener ciertos cultivos alternativos y legales, con márgenes de ganancia atractivos en reemplazo de la hoja de coca, habiendo sido un solitario trabajo del gobierno regional, puesto que el apoyo del Ejecutivo en esta línea ha sido casi nulo. Esta experiencia positiva en varias zonas de la región San Martín debería replicarse a nivel nacional.
Otro escenario de acción contra el narcotráfico es el control de los insumos para la elaboración de la droga. Mejor enfoquémonos a bloquear el ingreso de los insumos necesarios para la elaboración de la droga hacia los laboratorios clandestinos que se suelen ubicar en zonas cercanas a los cultivos (por lo complejo del traslado de volúmenes de la hoja hacia las ciudades).
El traslado de insumos requiere cierta logística por parte de los narcotraficantes que es más factible de ser controlada con acciones estratégicas que involucren labores de inteligencia y controles estrictos en las carreteras de acceso a las zonas de cultivo y elaboración de la pasta básica. Por lo tanto la discusión no debería centrarse solo en la erradicación de la hoja de coca, sino también en el estricto control de los insumos para procesarla y la lucha contra las autoridades corruptas que permiten su libre distribución y tránsito por esas zonas del país.
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