Diario La Razón
Viernes 12 de agosto 2011
Viernes 12 de agosto 2011
Por: Jaime Salinas
Diariamente los delincuentes nos avisan a través de los noticiarios que cada vez nos tienen más cercados, en cada uno de sus actos nos dicen que podríamos ser los siguientes en ser atacados. La mayoría de nuestras autoridades avanzan a paso lento o simplemente no avanzan y creemos que solo hablando del tema y/o peor aún quejándonos entre nosotros mismos es suficiente para mitigar esta lacra peligrosa y creciente que es la delincuencia en todo el Perú.
Algunos creen que con comentar una noticia en alguna red social e incluso en mi caso, proponiendo desde esta columna acciones concretas ante la inseguridad ciudadana, será suficiente, pero no nos engañemos, los cobardes criminales que amenazan a nuestras familias van a seguir sintiéndose cómodos y actuando a sus anchas si no hacemos algo más. Ante esta compleja realidad se requiere también la participación ciudadana organizada para suplir los vacíos que no llenan las autoridades.
Para ello creo que es hora que la población dé la cara y hagamos causa común ante este flagelo y nos organicemos para salir a las calles en marchas pacíficas y multitudinarias a decir con voz clara y firme que ya nos hartamos de tanta violencia, que no le tenemos miedo a los bribones desalmados que asaltan y abalean personas inocentes.
Y para que las autoridades sepan que no sólo ya no vamos a dar más plazo para diagnósticos, sino que esperamos hechos concretos haciéndoles sentir también que tienen nuestro respaldo como sociedad civil, para que puedan actuar con acciones específicas, coordinadas y asignando los presupuestos adecuados para terminar con la delincuencia.
Los delincuentes tienen que vernos en las calles, sentir que ahora estamos unidos contra ellos. ¿Cuántos de nosotros hemos sufrido o tenemos a alguien cercano que ha sido atacado por estos indeseables? Esto no puede seguir. Así como hay temas que nos unen cada vez más a los peruanos, entre ellos el enorme orgullo que sentimos por nuestra Patria, nuestra comida, nuestros valores, también alrededor de los problemas se demuestra el amor por el país.
En cada distrito, en cada centro de estudios, en las iglesias, en cada vecindario, debe sentirse la indignación, no podemos permitir que nos acostumbremos a ver balas perdidas en los noticiarios televisivos como si se tratara de un spot publicitario más. No es normal que ante tanta violencia en nuestras calles nosotros volteemos la mirada y nos justifiquemos porque otros no salen a defendernos y no hagamos nada
Cada ciudadano/a, párroco, pastor, cada padre o madre, hijo o hija, cada escolar o universitario, vecino/a, organicémonos, hagamos algo concreto, no esperemos en ser los siguientes en salir en algún diario o canal de televisión lamentando una desgracia. En gran parte, vencer a esta lacra también depende de nosotros mismos. Esta también es nuestra pelea.
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