Viernes, 10 de Junio 2011
Por: Jaime Salinas
¡Felicitaciones Presidente electo! Y ganó Humala, contra todos los pronósticos y análisis de la brillante clase dirigente de nuestro querido país, que ciegos como una tapia subestimaron una vez más el volcán por erupcionar que yacía bajo nuestros pies desde que somos una república independiente. Un volcán que recién ha iniciado su explosión, pero que amenaza con achicharrar y ahogar al paso de su lava hirviente y sus cenizas asfixiantes a todos aquellos que, abusando de sus posiciones de poder y creyendo que el Perú seguiría siendo su feudo cautivo, no vieron más allá de sus narices y no previeron la construcción inteligente y organizada de una alternativa política coherente y seria para contener las todavía desconocidas consecuencias de dicha erupción.
En marzo publiqué en esta columna un artículo denominado “la final soñada de Palacio” (el mismo que pueden encontrar en mi blog “LaMochila de Jaime”). En dicho artículo comenté que el escenario electoral de la segunda vuelta había sido fríamente planeado y meticulosamente calculado para que los dos candidatos finalistas fueran los que finalmente han sido, Ollanta Humala versus Keiko Fujimori. Y ¿por qué me aventuré a hacer dicha predicción? ¿Por qué la denominé la final soñada de Palacio? ¿Porque tuve un sueño premonitorio? ¡No! ¿Porque algún informante anónimo me contó alguna historia secreta? Menos! ¿Porque se me ocurrió construir una teoría conspirativa a partir de mi modesto conocimiento de la “brillante” clase dirigente que tenemos? ¡Tampoco!
Llegué a dicha conclusión porque pienso que era el escenario que mejor acomodaba a los fines y objetivos de dos hombres todavía influyentes en el país (entiéndase AGP y VMT). Su estrategia pasaba por no atacar ni enfrentar al candidato OHT (pasando por agua tibia todas las acusaciones e investigaciones que existían en su contra) y contando con la plataforma ya conocida desde el 2006, del 20% de voto duro que poseía el fujimorismo, les daban el escenario propicio para inducir a que la centro derecha peruana se enfrente, se divida y se autodestruya (como finalmente sucedió) para polarizar la elección entre los extremos: el cuco de OHT y la hija del reo KFH. Y, ¿por qué sería la final soñada de palacio? Porque dicho final, de haberles resultado de acuerdo a lo planeado y de no haber terciado el factor sorpresa, habría por un lado beneficiado enormemente a los que hoy purgan prisión por los delitos cometidos en los 90 (por lo menos ese era el pensamiento de varios de ellos) y por otro habría beneficiado enormemente a AGP y sus compañeros de cualquier investigación posterior a los ya conocidos faenones de los últimos 5 años y los que faltan por descubrir.
Sin embargo, los mencionados personajes no contaban que siempre puede haber un factor sorpresa que altere los planes y previsiones de los más diligentes, hábiles y maquiavélicos estrategas. Los grandes autodenominados titiriteros de la política peruana que se ufanaban (gracias a sus videos o su poder) en decidir quién no podría llegar al poder, no previeron lo impredecible, lo inimaginable, lo que si se los hubieran contado no lo habrían creído y esto es que: 1) Don Mario Vargas Llosa, nuestro querido y bien merecido Premio Nobel de Literatura, iba a obtener tan preciado galardón justamente este año; y 2) que con dicha distinción a cuestas sumado a su ya ganado y respetado prestigio mundial iba a endosar y defender con la intensidad y pasión que lo hizo la candidatura de OHT el “supuesto” seguidor de Hugo Chávez, el extremista de izquierda del cual no hacía mucho el propio Mario cuestionaba con legítima razón.
Sin embargo, como diría el gran Chespirito, Ollanta y sus asesores pueden decir ahora: “No contaban con mi astucia”, pues así como me atreví a escribir que la segunda vuelta electoral en el Perú era un experimento de laboratorio muy bien planeado y ejecutado, ahora agrego que esa movida de tuerca de Gana Perú, esa acción oportuna y brillante de haber conseguido el apoyo y el aval incondicional de Vargas Llosa fueron el factor sorpresa con el que nadie contaba y la razón de fondo del triunfo de OHT , mas allá de una muy bien llevada campaña y un disciplinado candidato.
El, Vargas Llosa, con su prestigio y su palabra empeñada, le dio a aquellos indecisos y escépticos de la primera vuelta la razón para creer en Ollanta.
Les dió la confianza para creer en lo que parecía increíble, que OHT no es el Hugo Chávez peruano, un potencial dictador ambicioso de poder, autoritario y abusivo, sino que es un demócrata que merece una oportunidad para cambiar las inequidades en nuestro país, un líder que gobernará respetando las libertades y generando más progreso, pero sobre todo el primer Presidente del siglo XXI que ha prometido que acabará con la lacra de la corrupción enquistada en todos los niveles de nuestra sociedad.
Ojalá y así sea. Suerte y éxito al nuevo Presidente y su gobierno, aunque estaremos atentos, pues el aval siempre se habría podido equivocar en extender tan decisivo e histórico respaldo, pero esa historia, está aún por contarse.
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